Imagínese que un día, sin golpe previo, empieza a notar dolor en el hombro. Semanas después, el dolor disminuye, pero el hombro se queda rígido, como si estuviera pegado. Está sufriendo un “hombro congelado” o capsulitis adhesiva.
¿Qué ocurre dentro?
La cápsula que envuelve la articulación se inflama y se engrosa, contrayéndose hasta impedir el movimiento. Curiosamente, es más frecuente en mujeres de mediana edad y en pacientes diabéticos o con problemas de tiroides.
La enfermedad tiene tres fases extrañas:
- Congelación: Mucho dolor y pérdida progresiva de movilidad.
- Congelado: Menos dolor, pero rigidez máxima. Peinarse o abrocharse el sujetador se vuelve imposible.
- Descongelación: Recuperación lenta y espontánea de la movilidad.
El proceso completo puede durar hasta 2 años si no se trata. Nuestra misión es acortar esos tiempos drásticamente mediante fisioterapia dirigida, infiltraciones ecoguiadas o hidrodilatación para “romper” esa rigidez.